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  • Foto del escritorNadia Peña

Un discurso, sin vino, a las 3:00 a.m.


Me lo escribí el día en el que terminé de aceptar que lo que había dicho que quería en los últimos años de mi vida, no era más que un deseo de mi ego. Me costó aceptarlo, pero ahora muchas cosas me hacían sentido.


Después de sorprenderme, de reconocer que me tomó tanto tiempo verlo, tantos talleres, tantos entrenamientos, después de ver el espacio vacío, y sentir la alegría de la incertidumbre, me dije:


Hay que seguir…


Continuar…


Volver a empezar…


Reiniciar…


Cambiar las rutas, o sea, tomar nuevas…


Sin remordimientos, sin arrepentimientos…


Sin juicios, ni miedos inservibles (con los servibles sí) …


Hay que huir, si, huir, de esta cárcel de pensamientos y amores muertos, de lealtades que solo llevan a la miseria del sufrimiento, de acuerdos que firmamos estando dormidos o ciegos. Recuerda que para huir es importante saber de que se huye y hacia cual lugar seguro nos vamos a mover, después, solo hay que huir, huye, huye, huye, sal de ahí.


También recuerda huir a toda prisa, como quien sabe que, si no huye, se va a joder, y huye como si joderte no es una opción, huye como si corrieras hacia el lugar más hermoso del planeta, como si fueras a encontrarte con el amor de tu vida, huye, hasta que ya no sea una opción regresar. Recuerda también que, para huir, a veces no hay que mover los pies.


Hay que salvarse de la propia condena de muerte, esa que asecha debajo de los sueños auténticos, como el hombre del saco que se lleva a los niños que no son buenos, hay que salvarse de la propia condena de muerte, esa que se esconde en los aplausos, que patéticamente, rogamos, mendigamos metiéndonos un palo en el alma, nos matamos, por unas bonitas flores; hay que salvarse. Y salvarse a veces es dejar morir esa parte patética de nosotros, y dejar morir, a veces es no alimentar, es llevar alimento a la otra parte, esa que es auténtica, esa que puede amarse, y al amarse, ya no necesita ni aplausos, ni flores. Sin importar que tan pequeña sea ante nuestros ojos en este momento, esa es la parte que puede salvarnos. Y al morir la otra, entonces le damos la oportunidad de transformarse. A veces, dejar morir, es un acto de amor., es la salvación.


Hay que dejar que florezcan las flores y dejar morir lo que ya está muerto…Nada nos toma más vida que intentar revivir y mantener con vivo, lo que ya se murió, o– se-a, lo que ya pasó, o—se-a, eso mismo.


Hay que permitir que nuestros sueños sean exitosos, es decir, que vivan, que se manifiesten, que sean. Porque claro que somos exitosos, pero le hemos puesto el éxito a miles de vainas que nos mantienen petrificados, inmóviles, colgando de una cuerda de prejuicios, acuerdos, tradiciones que otros, la mayoría muertos, se inventaron y sufrieron.


Hay que ponerle éxito a aquello que hace reír nuestros riñones, que hace que seamos más que huesos, carne, sangre, que hace que seamos más de lo que hemos sido. Nacimos exitosos. Yo nací exitosa.


Hay que dejar de ser idiota, comenzar a ver más allá de mi nariz, más allá de mi historietita, más allá de la mierda que cago, o de la que he cagado hasta este momento de mi vida.


Que el día que lleguemos a la última parada, en la que debemos desmontarnos, lo hagamos sonriendo, agradecidos, celebrando, gastados de ser felices, gastados de amar todo y a todos, gastados de vivir auténticamente, gastados de estar presente, gastados de compartir, de brindar y celebrar la vida, con alegría, con entusiasmo, con gozo. Así voy a desmontarme yo.

Hoy es algún día… Ese algún día en el que están vendiendo inspiración a medio peso. Compra, compra inspiración. Si después no sabes que hacer con ella, la siembras, la ahorras, la vuelves crema y te la untas, pero compra. Inspírate!!!


Se vale cambiar de opinión, para eso me dieron tickets infinitos. Y es que, si soy inteligente, como me han dicho, pues uso los tickets hasta que sean necesarios. Si, es probable que esté loca (que bueno), o lo que sea que cualquiera quiera decir, pero a estas alturas, aprecio tanto lo que cualquiera pueda decir, que lo siembro con amor en la tierra como abono, y recuerdo, que cualquiera es una proyección de mi propio miedo. Si hay algo que da miedo, es ser auténtico, vivir en libertad, seguir un camino que no se ha creado, porque es el mío. Así que es de verdad que lo siembro con amor. Cuando se ve algo que no se había visto, cuando se integra algo que no estaba integrado, cuando se crece, es imposible que no cambie nuestra forma de ver algunas cosas, el crecimiento trae consigo cambios de opinión, cambios de metas, cambios de visión, cambios de formas, cambios de prioridades, y ante eso, no nos conviene resistirnos. Así que.


Este es el momento…


La vida es mucho, es todo lo que sueño…


Voy por más, llena de gratitud… Sin paracaídas… Sin boleto de regreso…


(Si un día te despiertas con la alegría y la certeza de que tu vida es maravillosa, y ves frente a ti una puerta que nunca habías visto, y pones la oreja para ver-oír lo que hay detrás, y con solo hacer eso, tu corazón salta, tus ojos brillan, tu alma sonríe, con la misma alegría y certeza, dale para allá. Es tu amor el que te ha traído hasta ella, y aunque no la conozcas, aunque no se parezca a lo que en esos días dices que quieres, es la que te va a llevar a la sorpresa más bonita de tu vida, es lo que te llevará a un nivel de consciencia más alto.


El amor siempre nos va a llevar hacia más y mejor, aunque a veces parezca que es ingrato, siquiera pensar, en más y mejor, (esto no tiene que ver con la materia solamente), es el camino del amor, la sorpresa de la plenitud, de la iluminación). Que la muerte me encuentre sorprendida de su belleza., hasta ahí nos puede llevar el amor.



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