Esta es una serie de 6 cartas que escribí para mí, no son consecutivas, cada una tiene vida propia y representa un color en el arcoíris emocional que viví a principios de un abril.
Había vivido la tormenta, la lluvia, y también había escrito sobre eso, pero creo que el arcoíris representa la consciencia de una nueva oportunidad a la que le digo que si. Por primera vez me sentí vacía, no el vacío que causa angustia y dolor, el vacío de la libertad, algo nuevo para mi, porque yo había sido rebelde, no libre.
En esos días de tormenta, de lluvia, el agua limpió todos los rincones, la basura había salido, todo se había revuelto, nada quedó igual, y se sentía maravillosa. Fue como ver que después de tantos intentos, en esta ocasión lo había hecho, lo logré. Algo en mi ya no era lo mismo., la transformación había sucedido, para dar paso a una mayor.
La reconciliación 1512 surgió de ese momento en el que dejé caer mis resistencias hacia mi y me reconcilié conmigo, las que fui, las que soy y las que seré. Nunca me había sentido tan amada por mí, nunca.
Aquí te dejo la carta No. 1.-Negro.
Encontrada…
No había direcciones, ni mapas, ni atajos, ni letreros.
No había a quién preguntar, ni adultos sabios, ni a quien seguir o emular.
No había etiquetas, ni acuerdos, ni reglas, ni señales, ni trucos, ni tips.
No había un cv, ni estatus, ni perfil.
No había cuentas que rendir, ni posibilidad de equivocarme o de decepcionar a alguien, ni ¨deberías¨, ni obligaciones, ni nadie con quien cumplir, ni expectativas que llenar.
No había juicios inclementes, ni ruidos arrogantes e impertinentes.
No había reflejos ni proyecciones.
No había quejas ni reclamos. Nada faltaba.
Solo estaba yo, con la amiga incertidumbre, en un escenario nuevo, asombrosamente nuevo, en el que yo era la protagonista, en un camino nuevo, asombrosamente nuevo, totalmente cubierto, y burlonamente sonriente de ser descubierto.
Solo estaba yo, conmigo, y con unos miedos a los que no les quedó más que confiar y cooperar.
Solo estaba yo, con una humildad desconocida que me miraba compasiva. Con las manos llenas de alegría, con un corazón agradecido, con una mente dispuesta y disponible, por primera vez, a dejarse limpiar, a sacar la basura.
Solo estaba yo, llena de amor, libre con alas nuevas, sorprendida con tanta belleza, abundante belleza.
Solo estaba yo, agradecida, celebrando, como cuando te metes en un río de alegría y fluyes con la vida.
Solo estaba yo, sana, tan sana que me sentí plena, luminosa, una con la vida.
Solo estaba yo, en paz, como quien solo ES lo que Es. Escuchando aquel hermoso susurro.
Solo estaba yo, encontrándome, descubriéndome, reconociéndome, escuchándome, asintiéndome, amándome.
Desde entonces, vivir volvió a ser una hermosa aventura.
Te amo!
Nadia._
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